Os dejamos esta profunda reflexión de Inmaculada González Clemente una de nuestras voluntarias en Cáceres, que ha pasado 10 días en Calais, Francia, viviendo de primera mano el lamentable asunto de las personas refugiadas.
¿Qué estamos haciendo?
¿Cómo estamos
permitiendo esta deshumanización? ¿Esta crisis? ¿Esta falta de valores?
Hace apenas dos
semanas que he llegado de Calais, Francia, dónde más de 5000 refugiados viven
hacinados en casas de tablones y plástico elaboradas por ellos mismos en un
campamento al que han llamado "The Jungle". Estuve allí como
voluntaria unos 10 días con la Ong L'Auberge
des Migrants-Help Refugees.
Decidí ir allí
porque no podía creer aquello que contaban las noticias y decidí verlo por mí
misma, aún no creo lo que presencié. Fue entrar como en otro mundo, una ciudad
de plástico dónde conviven PERSONAS de varios países (Afganistán, Iraq, Irán,
Eritrea, Etiopia, Sudán, Líbano y como no Siria) y con una cosa en común, han
huido del hambre, la guerra, el horror. Pongo la palabra personas en mayúsculas
porque a veces parece que esto se olvida y es importante recordarlo.
El asentamiento
se sitúa a pocos kilómetros del Eurotúnel y es por esta misma razón por la que
están ahí. Esperan poder pasar a Reino Unido lo antes posible, bien porque sus
familiares están allí, bien porque buscan unas mejores condiciones de vida.
Algunos llevan meses otros incluso años esperando su oportunidad, algunos se
tiran a los camiones en marcha o a trenes, unos lo consiguen otros sin embargo
pierden la vida en el intento.

Las ONG’s en el
campo se encargan de recibir donaciones, clasificarlas, repartirlas, ver las
necesidades de las personas que viven en el campo, es decir se encargan de una
asistencia básica y últimamente debido a
la decisión de desmantelar el campo ayudan a los refugiados a cambiar sus casas
de lugar.
